Infecciones respiratorias

Con la llegada del invierno y la bajada de las temperaturas reaparecen las infecciones respiratorias y las inflamaciones de garganta, y es que el frío es el aliado de los gérmenes

y los virus. Aunque pueden darse el resto del año, hay enfermedades que son más frecuentes en estos meses.

El catarro o resfriado común está al orden del día. Se origina por virus respiratorios que producen una inflamación en la garganta y en la zona nasal. Son tan habituales, que a veces no se les da la importancia que me- recen, curan mal, y dan lugar a enfermedades más graves como la bronquiolitis, la bronquitis y la neumonía. Los síntomas son congestión de nariz, estornudos, mocos, molestias en la faringe e irritación ocular.

La gripe es la infección vírica más común de otoño e invierno, por lo que es recomendable que las personas más vulnerables se vacunen como medida de prevención. Sus causas son muy parecidas a las del constipado, pero con la gripe suele haber fiebre alta y molestia muscular. En ocasiones, pueden aparecer también síntomas digestivos, como dolor abdominal, náuseas o diarrea. Habitualmente se trata de una patología no grave, pero puede empeorar en personas ancianas o con enfermedades crónicas, cardíacas o respiratorias.

La covid-19, desarrollada por el coronavirus SARS-CoV-2 también es ahora una enfermedad más típica del invierno. Los síntomas son muy variados y, por ello, a veces es difícil asegurar el diagnóstico. Puede producir, por ejemplo, fiebre, tos, mucosidad, dolor de garganta, dolor muscular, pérdida de olfato y pérdida de gusto. Es importante detectarlo a tiempo para evitar más contagios con la familia y el entorno.

Bronquiolitis

La bronquiolitis tiene su origenen el Virus Respiratorio Sincitial o VRS. Se trata de una infección vírica que produce una inflamación en las vías respiratorias inferiores y es especialmente grave en los menores de un año. Entre sus indicios figura la tos y los problemas respiratorios, así como burbujeos y pitidos al respirar, movimientos de las costillas y falta de apetito. Puede provocar ingresos hospitalarios de menores, que tienen un árbol bronquial más inmaduro.

La laringitis es otro clásico de estas fechas. Sus síntomas se parecen a los de la bronquiolitis: tos seca, problemas respiratorios y ruidos al respirar. Se diferencia en que afecta a la laringe, es decir, a las vías respiratorias altas, y es ahí donde se produce la inflamación. Normalmente, se detecta entre los seis meses y los seis años.

El signo más característico de la laringitis es la ronquera. Los cambios en la voz pueden variar según el grado de irritación y puede llevar a la pérdida casi total de la voz.

La bronquitis generalmente causa problemas respiratorios, fiebre y broncoespasmo como consecuencia del estrechamiento de los bronquios, además de tos bronquial, que es diferente de la tos faríngea del catarro. Hay varios tipos de bronquitis y estas pueden producir fiebre, mal estado general, mucosidad nasal, disnea, palpitaciones, taquipnea y dolor de garganta.

La amigdalitis es una infección de garganta que puede producirse de manera repetida, y causa pus en las amígdalas y fiebre. En función de su origen, vírico o bacteriano, puede prescribirse el uso de anti- bióticos. A veces, se recomienda la extracción de las amígdalas.

La neumonía es una infección del pulmón y su origen puede ser bacteriano, vírico o fúngico. Provoca la acumulación del líquido y otras secreciones en el alveolo, y es especialmente peligrosa en personas vulnerables, como menores o personas con enfermedad obstructiva pulmonar.

Menores

Los niños y las niñas son especialmente vulnerables porque su sistema inmunológico es menos maduro que el de las personas adultas. Son más sensibles a los cambios de clima, contraen infecciones con más facilidad y se llevan más las manos a la boca, lo que puede hacer que entren en contacto con gotas infectadas que se expulsan al toser o al hablar.

El frío afecta a la barrera protectora de la nariz y los microorganismos entran en mayor número y con mayor rapidez. Para prevenir estas enfermedades, es bueno abrigar a los menores en la calle, pero no tanto en casa, porque podrían sudar en exceso. Es mejor no acudir con recién nacidos a lugares muy concurridos, como centros comerciales. Hay que animarles a lavarse bien las manos usando agua y jabón. Es bueno que consuman alimentos con vitaminas A y C (naranjas, mandarinas, verduras de hoja verde oscura) les ayudan a fortalecer el sistema inmunológico.

Parece lógico, pero conviene recordar que fumar cerca de los menores o exponerlos al tabaco es muy perjudicial para ellos, y es necesario que eviten también el contacto con personas enfermas.

Fuente: BCN MEDICS

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