LO ÚNICO CONSTANTE EN LA VIDA, ES EL CAMBIO.

Nuestra experiencia nos ha enseñado que hagamos lo que hagamos, nada permanece para siempre, que cada día nos enfrentamos a cambios y lo único que distingue a los buenos de los malos es nuestra actitud ante ellos.

Es cierto que muchos de ellos no nos apetecen porque nos obligan a cambiar aspectos en los que nos sentimos cómodos, nos producen inseguridades e incluso miedos. Salir de nuestra zona de confort nos suele costar, pero es la única manera de crecer como persona. Si no hay cambios no hay aprendizaje.

Cómo vamos a saber de lo que somos capaces si nunca nos topamos con situaciones que nos lleven a cuestionar nuestras opiniones, creencias, actuaciones, etc.

Los cambios nos producen incertidumbre, es decir, nos enfrentan a situaciones desconocidas en las que no sabemos cómo actuar. Nos muestran que hay aspectos que no podemos controlar porque no dependen de nosotros, y los que creemos seguros, cambian.

¿Cómo enfrentarnos a la incertidumbre y sacar beneficio de las opciones que nos ofrece? La gestión de la incertidumbre consiste en entender una situación de forma general, distinguir lo que podemos controlar o no para tomar decisiones correctas. Para ello necesitamos el conocimiento, la experiencia y la práctica.

Hay varias tácticas que pueden ayudarte a enfrentarte de la mejor manera a esta situación.

¿CÓMO GESTIONAR LA INCERTIDUMBRE?

Tu primer paso es desglosar los factores que son importantes para ti, a la hora de tener que decidir.

Te resultará de gran ayuda realizar estas acciones:

  1. Analizar el motivo por el que sientes esa incertidumbre. …
  2. Concretar lo que depende de ti, lo que tú puedes gestionar …
  3. Aprender a aceptar lo que no depende de ti, los aspectos en los que no puedes hacer absolutamente nada ..
  4. Recordar que nadie conoce el futuro. …
  5. Intentar ver la situación desde otra perspectiva. …
  6. Ser flexible, buscar y aceptar posibles alternativas.

LA TOMA DE DECISIONES BAJO INCERTIDUMBRE

Otras acciones que también te pueden ayudar son las siguientes:

  • Usa la inteligencia emocional: Toda decisión tiene un componente racional y otro emocional, identifica tus emociones respecto a tus opciones. Es esencial que tengas en cuenta la información que tus emociones te proporcionan. Ellas te indican qué te asusta, qué te genera malestar, qué te gusta… A veces nos cuesta percibirlas e identificarlas, pero si somos conscientes de cómo se expresan a través de nuestro cuerpo, de sus sensaciones físicas. Ej.
  • Acepta la verdad: no te autoengañes con falsos argumentos, no intentes convencerte de que todo continuará siempre igual porque así lo deseas.
  • Abraza la incertidumbre: acepta que la seguridad total no existe, que la vida es impredecible, que no controlas montones de situaciones, pero que sí depende de ti cómo las percibas y reacciones a ellas.
  • Nunca renuncies a tu derecho a decir “no”. Si bien es cierto que debemos asimilar muchos cambios, eso no quiere decir que aceptemos cualquier escenario. Cuando algo te perjudique, di “no”.
  • Amplia la perspectiva: no te ciñas a lo de siempre. Aunque de entrada parece que no tenemos opciones, en realidad tenemos muchas más de las que a simple vista vemos. No te precipites en tus conclusiones y tómate el tiempo necesario para sentir y para reflexionar.
  • Confía en tu intuición: la intuición es un tipo de inteligencia, que te brinda la capacidad de comprender, sin usar el razonamiento. Se basa en una serie de informaciones que nos llegan de forma inconsciente y que nuestra mente recoge: escúchala.
  • Recuerda situaciones de incertidumbre de tu pasado y cómo actuaste ante ellas y con qué resultados. La experiencia es siempre buena consejera.

Uno de los miedos que te puede asaltar es el miedo a equivocarte ¿había una mejor opción? ¿he cometido un error mi elección?

A priori no puedes saberlo. Confía en ti, aunque seguramente aparecerán obstáculos en tu camino, puedes estar seguro de que tienes la capacidad de responder y afrontarlos.

Si te equivocas aprenderás algo, se aprende más de los errores que de los aciertos.  Acepta la posibilidad de que algo pueda salir mal y sigue adelante sin perderte en los “que hubiera pasado si…”

 

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