Cuando te sientas a comer en casa o cuando haces una pausa en el trabajo para desayunar, ¿te has preguntado alguna vez si, realmente, sientes hambre o lo haces porque, sencillamente, es la hora de comer? Precisamente en esta cuestión nace el concepto «mindful eating», como una aportación de conciencia a la hora de alimentarnos.

El «mindfull eating» o alimentación consciente o intuitiva concibe la alimentación más allá del simple hecho de ingerir un producto determinado y la entiende como un proceso que comienza por identificar las necesidades de nuestro cuerpo, elegir el alimento, cocinarlo y comerlo en un entorno tranquilo y agradable.

Aprender a identificar el tipo de hambre

Tomar conciencia del tipo de hambre que sentimos es el inicio; no siempre una sensación de hambre acompaña una verdadera necesidad fisiológica de nuestro cuerpo. Sabemos que un estimulo oloroso, visual o incluso la curiosidad de probar nuevos sabores y texturas pueden desencadenar el deseo de comer, aun cuando no es hambre lo que, verdaderamente, sentimos.

Cuando escuchamos nuestro cuerpo, aprendemos, también, a diferenciar el hambre mental o emocional de la verdadera necesidad de comer. El hambre mental sucede en el momento que racionalizamos el acto de comer con nuestros prejuicios y exigencias acerca de lo que «deberíamos» comer o de lo que está bien o mal. Por otro lado, el hambre emocional es aquel que aparece ante la necesidad e incapacidad de gestionar alguna emoción; es la ansiedad generada por algún conflicto emocional la que nos mueve a comer o a beber impulsivamente sin detenernos a pensar en lo que estamos haciendo, ya que, en esas circunstancias, nuestra conciencia se encuentra paralizada por el dolor, sufrimiento, frustración o, incluso, por la extrema euforia.

En definitiva, es el hambre estomacal y celular la que debemos atender para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Cuando sentimos debilidad o un vacío «real» en el estómago, nuestro organismo nos está enviando señales de lo que precisa para su correcto funcionamiento.

El «mindful eating» propone dedicar unos segundos a identificar el origen de nuestra sensación de hambre y distinguirla de las otras causas posibles. A veces, puede que nuestro organismo no tenga hambre sino sed y otras veces, el hambre está relacionada, como ya hemos visto, con ganas de compañía, distracción o con el aburrimiento.

La importancia del dónde y el cómo

Del mismo modo, debe prestarse mucha atención al tiempo y al entorno que dedicamos a la ingesta de alimentos. Comer rápido y sin sentarse está relacionado con una alimentación poco consciente, en la que se consumen alimentos sin atender mucho a su calidad y sin apenas disfrutar de sus sabores ni olores. La alimentación rápida escoge, frecuentemente, alimentos procesados, precocinados y de un bajo valor nutricional y está, también, muy vinculada al sobrepeso y a la obesidad.

A pesar que el «mindful eating» está relacionado con un mejor cuidado de nuestra mente y de nuestro cuerpo, no se trata de ninguna dieta ni plan específico para adelgazar. Las consecuencias de practicarlo aportarán muchos beneficios a nuestro ser y, a veces, repercutirán en una pérdida de peso y un mejor estado de salud.

Unos consejos que pueden ayudarte a tomar más conciencia de tu alimentación son los siguientes: bebe un poco de agua antes de comer para disminuir la ansiedad, descartar la sed e identificar mejor lo que te gustaría comer; dedica tiempo a la presentación de tu plato y da valor a lo que preparas para ti mismo; come sentado y disfruta de lo que estás haciendo, saborea los alimentos y no dediques atención a otra tarea al mismo tiempo; mastica bien y, solo así, comerás lo que necesitas y obtendrás más saciedad; come sin llenarte del todo, de modo que la comida te siente bien y no sufras, después, las consecuencias de haber comido demasiado.

Crecimiento personal

Este proceso, nos conduce por si mismo a una revisión de nuestra relación con la comida, des de nuestra educación en la infancia hasta aquellos hábitos que hemos adquirido ya de adultos.

El «mindful eating» nos lleva a un proceso de aprendizaje donde reaprendemos nuestra conducta alimentaria para adaptarla mejor a nuestras verdaderas necesidades y circunstancias vitales. Se trata de un proceso lento y no lineal, en el cual los errores son bienvenidos para aayudarnos a tomar conciencia de lo que queremos mejorar en nuestra vida. La conciencia alimentaria es un eslabón más para el autoconocimiento y el bienestar interior.

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